среда, 31 июля 2013 г.

El secuestrador enigmático. (Capítulo 7)

       El día siguiente pasó como de costumbre, con el rito matutino, con los estudios, con el té y los conversaciones largos en torno a la fogata. El sueño de noche no estaba interrumpido en ambos. Sin embargo, el viernes Inga estaba zurrada cruelmente, como nunca antes. Como dos días hasta eso, la chica estando poseído de la pasión a su mentor severo, ella ha provocado al castigo tan duro deliberadamente. Y eso ocurrió de tal manera. Durante la azotaina conforme al rito matutino con el cable, después de cinco látigos ella separó las manos deliberadamente y corrió con los brazos abiertos a su verdugo, haciendo una declaración amorosa. Él se abrazó con ella pero no consintió sus pretensiones. Ahora ella estaba amenazada treinta látigos en vez de quince, pero ella consideraba que este no es suficiente. Cuando él exigió a cesar de jugar y a tomar la posición de nuevo, ella no lo obedeció por primera vez y comenzó a escapar desde le por el bosque, riendo. Él tenía que corretear mucho antes que la atrapó. Estando cogida, ella dio un guantazo a él, rompió en carcajadas y se precipitó a escapar de nuevo. Entonces él torció el brazo a ella, teniendo la mano atrás hasta la nuca, tan alto como ella dio un chillido del dolor. Eso sosegó a ella un poco.
      -Mira, una chica mala, ahora vas a roer y comer el suelo, - su torturador dijo con la entonación severa, pero sonriendo.
       La chica se convirtió en toda roja del dolor en la mano y no reía más. Y así él llevaba a ella, obligando la a inclinarse a tal grado que la cabeza estaba más baja que el culo desnudo y decorado por verdugones recientes. Llevando a ella a un árbol caído cerca de la tienda de campaña, él la tiró de los pelos y de las orejas, con dolor, pero con precaución, temiendo perjudicar a ella.
      -Está el rabo por desollar.
       Inga estaba de pie delante de él, estando encendida, las lágrimas corrían sobre las ambas mejillas.
      -Te quiero, a pesar de todo. Estoy dispuesta de pasar a través de las pruebas que has preparado para mí. Zurra mí, sin lástima.
      -Así dices ahora ¿pero qué cantarás cuando zurraré?
      -No prestes atención a lo que está dicho en el tormento. Mejor escucha lo que digo ahora y diré en futuro. Cuando primera vez recibió una jabonadura de ti, muy fuertemente, yo clamaba a la piedad, a la compasión, estaba dispuesta a todo para ti con sólo que evitar el dolor. Pero ahora no tengas lástima de mí. Quiero de tu amor cruel. Chillaré, imploraré compasión, pero no tengas lástima, disfruta de mis gritos y gemidos, de mis lágrimas. Gritaré, pero azota me a pesar de todo, con dolor, hasta la sangre. Te amaré más.
       La chica cayó de rodillas y empezó a besar sus piernas peludas.
      -Levántate, Inga, - por  primera vez él la llamó por su nombre. Ella notó que él estaba conmovido, incluso sus ojos se arrasaron un poco. -Pero eres mi sueño. ¡Tu amor es hermoso! ¡Y te has convertido en hermosa! !Ahora que no estás muerto más! ¡Te has despertado! Estás despertada del sueño eterno que todos tuyos conocidos aún duermen. Mi amiga hermosa, amiga hermosa del bosque, ¡la misma hermosa como toda la naturaleza, eres hermosa cómo la misma vida, cómo el amor! ¿Estás dispuesta a la prueba? Voy a satisfacer tu petición, mi hermanita en el espíritu. Lleva las cuerdas, voy a atarte con este árbol, - él señaló con dedo al árbol que estaba tumbado sobre el suelo. - ¡Te llevaré a través de las profundidades infernales a las alturas del paraíso! - Su verdugo que ha convertido en suspirado ahora, así entusiásticamente él ha terminado su pasaje. 
       Inga llevó las cuerdas y tendió las a él. 
      -Túmbate, qué chica temeraria eres. Inga se tumbó, como si se lanzó en un abismo. En su alma le miedo se confundía con la éxtasis. Sonriendo picaramente, ella dijo alargando, cómo ha cantado:
      -¡Oh, ahora qué jabón me va a pasar!
      -Espera un poco. ¡Tal gozada va a venir! 
       Él la ataba largamente y con la diligencia. El látigo empezó a silbar rudamente y sin piedad, sin detención. Ya la chica gemía un poco y lloriqueaba.
      -Ya está quince. Antes esto fuera el fin, pero ahora está sólo el comienzo.
       Pasando quincuagésimo látigo ya ella gritaba las lamentaciones también como aún en la infancia, cuando la madre azotaba a ella con la comba. Los gritos se reforzaban siempre. Entonces ella sintió que su culo, él sólo lo azotaba, como si se entorpeciera, y el dolor no estaba más tal fuerte. Ya varias salpicaduras pequeñas de la sangre brillaban en la hierba. Sollozando y lanzando gritos, Inga sintió una onda caliente y agradable se derramaba dentro de ella. La más conveniente palabra a este estado habría sido el "goce". Ella tenía un orgasmo... Entonces el dolor intolerable tenía lugar de nuevo. De nuevo lanzaba gritos y de nuevo... el "goce". Tenía un orgasmo por segunda vez. Varios silbos más tenían lugar que desgarraban su carne.
      -Ahora realmente estás azotada como una cabra. ¿Eres tú feliz?
      -Sí, - Inga intentó sonreír, pero estaba temblando. - ¿Cuánto me has dado?
      -Ciento cincuenta, pero aún no es el fin.

      -¡Pero no podré mover!
      -¿Es que alguien dijo que te azotaré más?
      -¿Pero qué vas a hacer conmigo? ¿A quemar?
      -No, moza traviesa, sino a ti salar, - él sonrió.
       De repente el sentido de sus palabras ha tocado la conciencia. Se asustó y no en vano. Su verdugo sacó una palma de la sal mojada entonces empezó a frotarlo sobre los puntos azotados.
      -¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Qué haces! S-s-s, - ella se esforzaba, enrojecía, finalmente emitió un sollozo, sin aguantar. Él empezó a desatar las cuerdas.
      -¿Puedo ir al río?
      -Puedes.
       Inga llegó hasta la orilla, entró en el agua, intentó quitar la sal con la mano y lanzó un grito. Entonces estaba de pie en el agua durante cinco minutos. Ya la corriente podía lavar la sal. Coheé detrás, de paso se olvidó, se sentó sobre un tocón, en seguida se puso en pie, dando un chillido. Su verdugo engraso con precaución los verdugones con la pomada de sintomitsina que sacó del botiquín. Esta vez Inga estaba azotada con todas las reglas clásicas: dolorosamente a tocar, hasta la sangre, labrando con la sal después de eso. Estaba terriblemente a mirar su culo. Él se hinchó, los verdugones purpúreos y cianóticos sangraban un poco a trechos.
      -Pon el chándal, no pongas el bañador, porque puede penetrar.
       Sonriendo, Inga preguntó:
      -¿Hoy estoy azotada como se debe, como la cabra de Sidorov? ¿En serio? (драть, как сидорову козу=zurrar como la cabra de Sidorov - este dicho ruso existe durante varios siglos, aunque no conoce nadie, quien es este Sidorov - la nota del autor)
      -En efecto, mi cabrita travieso.
      -¿Es esta prueba última?
      -Queda uno más. Pero necesitas descansar varios días, dejar que se cure. Se curará, y te convertirás en más linda. Ya tiene el culo es atractivo, abombado. Si en la niñez estabas azotada más frecuentemente, seas una reina de belleza en absoluto. Pero no te aflijas, te quiero a pesar de todo.
      -¿Y vas a azotarme sobre el culo de nuevo?
      -No, mucho y regularmente en todo el cuerpo, excepto la cara y los senos.
      -Tienes razón. Deberíamos probar todas las cosas. ¿Y qué será, si me porto mal antes que se cure?
       En respuesta, él dio un cale sonoro a ella sobre el punto que estaba morboso ahora.
      -¡Ay! - la chica dio un grito alto y alargando, echando atrás la cabeza. -¡Mmm, cómo duele! S-ss.
      -¿Ya quieres portarte mal?
      -Por supuesto que no.
       Él dio un cale a ella en segunda vez, sonoramente también. La niña empezó a chillar, se inclinó, se acuclilló, se enrojeció.
      -¿Ahora quieres que yo dé un látigo con el cable?
      -¡No debes! Tengo miedo. -¿Serás como una malva? -Sí. Como una malva. Por favor, mañana no me azote más sobre las nalgas.
      -Si te portas bien, azotaré sobre los otros puntos.
       Inga comprendió que no tiene que travesear más, al menos durante varios días.
      -Ahora descansa. Hoy faltamos a los ejercicios.
       Este día, varias veces más, durante una conversación, bromeando, él la palmeteaba que provocaba cada vez los gritos del sufrimiento y de la protesta. Ella no podía sentarse en absoluto. Pero cada recordatorio, cómo duro ella está azotada, causaba a ella la sensación de felicidad, como este día, así y al día siguiente. Ella ha consentido interiormente que podía ser feliz realmente sólo aquí, junto con este desconocido misterioso que contenía, se parecía, cosas incompatibles en su alma, las señales de un tipo duro que se vestía cómo un vagabundo, del inquisitor refinado, del filósofo y del poeta a la vez.
       La semana que viene Inga ha buscado a estos "suplicios por el amor" de nuevo, después de lo todo el cuerpo estaba azotado regularmente, incluso las manos. No hay de orgasmos, porque el látigo azotaba cada vez un punto inviolado, no se entorpecía nada y no perdía la sensibilidad. El dolor estaba penetrante, había suficiente de los gritos, de las lágrimas y de las lamentaciones. Como él prometía, sólo la cara y los senos quedaban sin azotar. También había ciento cincuenta látigos, pero después de eso no dolía nada. De inmediato ya se encontró sin atar, su pasión excitada por el juego cruel, cómo él lo nombraba, el juego a las "chillas, saltos y combas", esta pasión alcanzó su punto máximo. Su compañero del juego estaba excitado también. Inga estaba segura que él iba a cumplir la palabra, y ella no se equivocaba.
       Estando desatada, de una vez ella tomó la pose de hembra sitibunda, donde soñaba entregarse a él ya la semana pasada. Esta vez ella no tenía que le persuadir. Él la penetró suavemente y profundamente. Inga aullaba debido al placer al ritmo de sus empujones. Se parecía a ella que todo el bosque, incluso toda la tierra, oscilaban con los dos ellos junto. Todo ha cambiado alrededor. En la vista ambienta no importa cual detalle que no significaba nada, sino ahora lo recibía una gran significación, la significación del triunfo de la vida y del amor. Cualquier bagatela, dejar lo sea una hoja del arce estaba colgada que atrajo la atención casualmente, algún sonido forestal o incluso un olor, en un futuro lejano, estando extraído de la reserva de la memoria, este "bagatela" empezará a brillar una luz fuerte, iluminando y decorando la monotonía diaria y gris, y entonces cada del dos podrá, aunque sin las pruebas, pero sin alguna duda y con seguridad, a contestar la pregunta por el sentido de la vida a cada pesimista o a cada escéptico que el sentido de la vida es el amor. Y en este momento cada tal "bagatela" era una nota que bien se conciliaba con la gran sinfonía del triunfo de la vida y del amor. Los dos, estando tropinarios por los acordes finales de ésta sinfonía, durante varios minutos no podían despasmarse, helándose en la pose que ellos han finalizado.
       Al fin Inga se puso en pie, se volvió de cara a él. Ellos se clavaban uno a otro en el beso y no podían separarse largo tiempo. En ataques de la pasión pellizcaban uno a otro hasta los moretones en la espalda, sin sentirlo.
      -Vamos a descansar un poco, entonces a continuar - la chica proponía la primera.
       Él consintió y los dos fueron en la tienda de campaña. Se vistieron un poco y estaban tumbados cerca de una hora.
      -Bueno, moza bonita ¿qué vamos a hacer más?  Él era primero que interrumpió el silencio.
      -¡Eres un bravo! Pronto has restablecido las fuerzas, justo como si tengas dieciocho años. ¿Lo sabes? ¡Soy tan depravada, tal perra! ¡Tengo tal deseos vergonzosos!
      -¿No te he dicho antes que los deseos sexuales son santos, si no son peligrosos? Yo te azotaría aquí para olvidar las lecciones, pero me da pereza ahora.
      -Quiero que tú violes mi virginidad en segunda vez, - la moza pronunció en voz muy baja, apareciendo como una conjurada, y los ojos pícaros centelleaban con pasión. Él comprendió, pero preguntó por si acaso:       -¿Qué lo significa?
      -¡Qué eres poco perspicaz! ¿A dónde me tocas con el dedo cada mañana en el río? Aquí has despertado tales deseos conmigo. Sé que duele, pero he acostumbrado, - su habla se convirtió en el susurro y los ojos se encendieron con la pasión. - Quiero estar empalada: te tumbarás de espaldas y yo acuclillaré a él y daré saltas, estando en la pose de jinete.
      -Bien, hoy es tu día, mi bella. Pasando a través de los sufrimientos, tienes derecho a elegir. Diciendo sinceramente, quiero lo mismo, - él sacó la pomada de sintomitsina del botiquín y salió de la tienda de campaña. - Vamos a hacerlo aquí, sobre la hierba.
      -Vamos, - la chica respondió en voz muy baja y apasionada.
       Él ungió el objeto que se aumentó hasta el límite de nuevo y se tumbó de espaldas.
       Inga, toda temblando, pasó por encima del compañero echado así que sus piernas se encontraron de lados diferentes de él, y ella se volvió de cara a él, se acuclilló, tomó en su mano el "instrumento" y comenzó a "espetarse" sobre él.
      -¡Ay! - mordiéndose el labio sea del dolor, sea de la pasión, empezó a moverse, al principio despacio y con precaución, entonces gradualmente más y más y gemía rítmicamente con los movimientos. Antes él ha terminado, ella tuvo éxito de terminar varias veces y la última vez, cuando ellos terminaban todo junto, sus gemidos reiterados se convirtieron en los gritos con lamentaciones: "¡Así me, así me, que soy una moza malcriada, desgarrarme!" Escuchando de lejos, pero sin ver que tenía lugar, podía reflexionar que ella estaba azotada de nuevo. En la cima del deleite ella rugía y bramaba como una bestia salvaje. Al poco tiempo los dos fueron al río para lavarse.
      -¿Entiendes ahora que hace tres semanas vivías en un mundo otro completamente, en el mundo muerto, y que durante varios días has hecho el gran salto del mundo muerto y descolorido en el mundo vivo y pintoresco?
      -Aun preguntas... ¡Por supuesto!
      -Así que aquí va: no olvides el día de hoy y no regreses nunca allá. Allí es el infierno, la oscuridad. Allí es la muerte, el cáncer, el alcoholismo.
      -¿Quieres que quede para siempre contigo en el bosque?
      -Por desgracia, eso no es posible, digo acerca de otra cosa. Simplemente: estando físicamente en el mundo de ellos, queda en tu propio. Fingiendo que eres como ellos, queda tú misma. Incluso por un minuto no olvides que tú eres. En lo relativo a ellos, eres como un agente enemigo que no puede descubrirse, con mayor razón, no ponerse de parte de ellos en ningún caso. De otra manera tú traicionarías ti misma, y sólo tú serás mala debido a eso, no para mí. Aunque en lo relativo a mí eres una esclava, la moza forestal que azoto y azotaré cada día, pero en lo relativo a ellos eres una princesa y ellos son plebeyos, las nulidades que han menospreciado los talentos que son ciencia infusa. No olvides nunca ni los conocimientos, ni la felicidad que has hallado aquí.
       Y el sol ha pasado más allá el barranco y se inclinaba a la puesta, haciendo las sombras largas. Ellos hablaban, se besaban y cantaban las canciones cerca del fuego. La noche aproximaba, y al poco tiempo ella se ha entregado a él de nuevo.

Capítulo siguiente: http://unasbagatelas.blogspot.ru/2013/08/el-secuestrador-enigmatico-capitulo-8.html
 

                                                          
                                                      

Комментариев нет:

Отправить комментарий